En el vetusto convento de Calatrava estaban instalados en 1936 la casa de estudios mayores, el noviciado y la escuela apostólica de humanidades para los niños que daban sus primeros pasos en la vocación dominicana. Un total de cien personas habitaba el lugar durante los meses del curso escolar. Pero la circunstancia estival de las vacaciones había reducido a la mitad los moradores de Calatrava hacia mediados de julio de 1936. Sólo éstos participaron en las vicisitudes dolorosas o trágicas que tuvieron comienzo a raíz del levantamiento. En el nerviosismo expectante de los primeros días, la cosa no pasó de visitas molestas e indagaciones...
Pero cuando los religiosos presenciaron el incendio de la cercana parroquia de la Madre de Dios, ya no les cupo duda de la tormenta que se cernía sobre ellos y que convertiría las palabras del fundador de la orden, Santo Domingo de Guzmán, en clara y dolorosa profecía
El director manchego Óscar Parra de Carrizosa aguarda con los nervios de cualquier estreno la presentación de la película Bajo un manto de estrellas, previsto para el próximo 14 de febrero. Una historia que define como dramática por su contenido -el asesinato de veinte dominicos en Almagro durante el verano de 1936-, pero al mismo tiempo como una trama en la que ha puesto especial cuidado en situarse al margen las posiciones ideológicas para centrar su visión en el drama humano de las víctimas.
El realizador, en una conversación con La Tribuna, explica que lo más difícil «fue mantener una posición tanto personal como cinematográfica neutral». Parra de Carrizosa subraya que no le interesaba «entrar en el fondo político. No me interesa la política de ahora y tampoco la de entonces. No quería hacer una película panfletaria», asegura.
Su idea fue contar «lo que ocurrió literalmente y que cada uno saque sus conclusiones». Para ello, la cámara se centra, sobre todo, en las emociones de los protagonistas, el miedo y la entereza con que afrontan la muerte, pero también en su vida cotidiana en el convento.
A su juicio, la enseñanza de la película es que «la violencia no consigue nada, la muerte de estos hombres sólo acabó con su vida, pero no con sus ideas o con la Iglesia», indicó.
El realizador señaló que el origen de esta película está en un viaje a Roma que hizo su madre hace varios años, de donde volvió con un libro sobre la persecución de religiosos en la Guerra Civil. Parra de Carrizosa detalla: «Soy creyente, pero nunca me había interesado el tema». A través de dicha obra conoció la peripecia de los habitantes del Convento de los Dominicos de Almagro en los meses de julio y agosto de 1936.
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