Hoy te voy a recordar una película que es ya antigua pero que ha adquirido el carácter de clásico y ha pasado a la historia del cine. Vale la pena volver sobre ella porque es un maravilloso canto a la vida que realimenta el optimismo.
En "La vida es bella" Roberto Benigni presenta una historia tierna, desenfadada y entrañable pero abordada con una gran profundidad.
A través de un estilo muy peculiar recrea lo que fue el holocausto nazi con una gran maestría. Porque si es genial la interpretación de los actores también es magistral la mezcla de humor y dramatismo. Una mezcla perfectamente dosificada y complementada, que provoca la sorpresa permanente y nos lleva de la risa al llanto una y mil veces. Y amenizado por una banda sonora impactante.
Es, ciertamente, un canto a la vida y a la superación. Porque, pese a tanta barbarie como describe, lo que triunfa es el amor. El amor de un padre y esposo que, con una desbordante imaginación, protege a los suyos de la terrible amenaza que se cierne sobre ellos. Presentando una relación padre-hijo realmente conmovedora. Y manteniendo, así, viva la llama de la esperanza de sus seres queridos.
Nos muestra el absurdo de las guerras, de los odios y de las ideologías que atentan contra la integridad humana.
Nos enseña la importancia de afrontar las circunstancias de la vida sin perder la sonrisa, por más difíciles que esas circunstancias puedan ser; a aprovechar la magia de cualquier pequeño detalle para hacer feliz a alguien; a afrontar y resistir el miedo con la mejor cara posible; a tomar conciencia de que la vida es mejor o peor dependiendo de la actitud que adoptemos ante ella.
Alejandro Córdoba
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