Pero no con la seriedad de un semblante sombrío, ni con
falta de alegría. Vivir –o tomarse la vida– en serio, es saber que nuestro
tiempo es valioso. Que es mejor amar que odiar, y es mejor dar(se) que
ahorrarse para nada. Es elegir algunas causas por las que dejarse la piel,
batallas que te quiten el sueño, que te suban al cielo, que te arranquen
sonrisas y te llenen de anhelo. Hay tantas facetas en cada historia donde
podemos ponerlo todo en juego: el estudio, el trabajo, el amor, la familia, el
cansancio, el descanso…
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