miércoles, 19 de marzo de 2014

Aprender a servir

Jesucristo vino al mundo para “servir” a la humanidad. Lo dijo en numerosas ocasiones. Y lo hizo durante toda su vida en la tierra. Es precisamente sirviendo, “siendo siervo”, como Jesucristo quiso mostrar a la humanidad lo grande que es el amor de Dios.

Servir consiste en buscar siempre la felicidad del otro. Consiste en compartirlo todo. Servir es tan importante que nos lleva a perderlo todo, ¡incluso la vida! Servir es el único medio de hacer felices a los demás, de cambiar el mundo y de devolverle la capacidad de amar.

Es el único medio de hacer comprender a la humanidad hasta qué punto Dios sirve, ofrece, reparte, distribuye su amor a todos. Es una tarea difícil. Algunos dicen que es imposible. Jesús nos demuestra que no lo es tanto, Él lo consiguió y nos invita a que nosotros también lo intentemos.

Pero... ¿cómo? Jesús nos da las pistas: mirando más allá de las apariencias; sirviendo y ofreciendo nuestra paciencia, nuestra alegría, nuestro perdón; caminando hasta el final, sin cansarnos y tirar la toalla a mitad de camino.

Con Jesucristo los cristianos logran que la vida triunfe sobre el mal y la muerte. La Cuaresma es el tiempo en que nosotros, los cristianos, siguiendo al Señor Jesús, aprendemos a servir, a ofrecer lo mejor que tenemos para que el otro sea feliz.

Estamos en Cuaresma, un tiempo para aprender a servir. Aprender a servir, explicando a un compañero el problema que no entiende.

Aprender a servir, no criticando a los demás, sino ayudándoles a mejorar. Aprender a servir, cumpliendo con nuestras obligaciones. Aprender a servir, perdonando de corazón a aquellos que nos molestan. Aprender a servir, pensando siempre en la felicidad de los que están a mi alrededor.

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