El amor de pareja está lleno algunas veces de hermosos sentimientos y, otras tantas, del dolor que implica cargar la cruz juntos.
Hace algunos días conversando con un familiar muy cercano me decía que desde que estaba casado con su mujer (2 años exactamente) había asistido a 14 matrimonios. De todos ellos él estaba sorprendido pues el día de hoy solamente 3 se mantenían. Es decir, hubo 11 divorcios en menos de 2 años. Estas cifras me tocaron profundamente y las tengo en la cabeza desde entonces. Pero lo que más me impacta de esto, es el concepto equivocado de amor y de compromiso que tiene que estar detrás de tan triste sucesión de divorcios. Como suelo decir, no quiero enredarme en respuestas, pero quiero dejarles un extracto de la película “Un novio para mi mujer”, que por cierto la recomiendo mucho, en la cual casi al final de la película hay un dialogo en que a mi modo de ver la mujer (Tana Ferro) da algunos criterios muy acertados de lo que significa amar y estar comprometido para siempre con una persona.
Además de esto creo que este dialogo (y la película en general) puede ser muy útil para el apostolado con parejas y matrimonios. Hay que ayudar a re-descubrir lo hermoso que es el amor conyugal: un amor serio, entregado, sacrificial, de dos personas que se han comprometido en sacar un proyecto de vida juntos y que no se tienen el uno al otro solamente para sentirse satisfechos. El amor es donación y la donación muchas veces está acompañada de hermosos sentimientos y otras tantas del dolor que implica cargar la cruz juntos. Pero la donación siempre es un camino lleno de sentido incluso en el dolor. Por eso los cristianos no rehuimos de la cruz, la cruz para nosotros conduce a la resurrección. ¿Qué cosa grande en la vida no implica un poco de sufrimiento?. El matrimonio no es una excepción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario