El
25 de enero hemos celebrado la fiesta de la Conversión de San Pablo, y , con
esta fecha, concluimos la Semana de oración por la unidad de los cristianos: “un
tiempo dedicado a la oración, para seguir la voluntad de Cristo”- nos dice el Papa-.
Esta
iniciativa espiritual, siempre preciosa, involucra a las comunidades cristianas,
desde hace más de cien años. Se trata de un tiempo dedicado a la oración por la
unidad de todos los bautizados, según la voluntad de Cristo.
San
Pablo, cuando escribió los cristianos de Corinto, les hizo esta pregunta:
“¿Acaso está dividido Cristo?’”
Ciertamente
Cristo no ha sido dividido. Pero debemos reconocer sinceramente, con dolor, que
nuestras comunidades continúan viviendo divisiones que son de escándalo. ¡La
división entre nosotros cristianos es un escándalo! No hay otra palabra: ¡un
escándalo!
¿Cada
uno de ustedes – escribía el Apóstol – dice: ‘Yo soy de Pablo’, ‘Yo en cambio
soy de Apolo’, ‘Y yo de Cefa’, ‘Y yo de Cristo’?.
También
aquellos que profesaban a Cristo, como su cabeza, no fueron aplaudidos por
Pablo, cuando usaban el nombre de Cristo para separarse de los otros, dentro de
la comunidad cristiana.
Pero
… ¡el nombre de Cristo crea comunión y unidad, no división! Él ha venido para
hacer comunión entre nosotros, no para dividirnos. El Bautismo y la Cruz son
elementos centrales del discipulado cristiano que tenemos en común. Las
divisiones, en cambio, debilitan la credibilidad y la eficacia de nuestro
compromiso de evangelización, y arriesgan con vaciar la Cruz de su potencia.
Pese
al sufrimiento de las divisiones, que lamentablemente todavía permanecen,
acogemos, las palabras de Pablo como una invitación a alegrarnos sinceramente
de las gracias concedidas por Dios a otros cristianos. Tenemos el mismo
Bautismo, el mismo Espíritu Santo que nos ha dado las gracias: reconozcámoslo, y, alegrémonos.
Es
bello reconocer la gracia con la cual Dios nos bendice y, todavía más,
encontrar en otros cristianos algo de lo cual tenemos necesidad, algo que
podríamos recibir como un don de nuestros hermanos y de nuestras hermanas.
Se
nos ha invitado, en esta semana, a
pensar en aquello que podríamos dar a nuestros vecinos cristianos, y se nos exhortado
a encontrarnos, para entender lo que
todos pueden recibir, cada vez, de las otras comunidades cristianas.
Finalmente,
esto necesita de algo más. Necesita mucha oración, necesita humildad, necesita
reflexión y continua conversión. Sigamos adelante por esta vía, orando por la
unidad de los cristianos para que este escándalo termine y no esté más entre
nosotros. ¡Gracias!
Fernando
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