miércoles, 20 de enero de 2016

Papa Francisco y la Familia: El Bautismo ¡no es una formalidad!


“No es lo mismo un niño o una persona bautizada que alguien que no lo está”: -muy claro-.
Este sacramento, junto a la Eucaristía y la Confirmación, forman la llamada “Iniciación cristiana”. El Bautismo se constituye como un único y gran evento sacramental que nos configura al Señor, y hace de nosotros un signo vivo de su presencia y de su amor.
Puede nacer en nosotros una pregunta: ¿pero, de verdad,  es necesario el Bautismo para vivir como cristianos y seguir a Jesús? ¿No es en el fondo un simple rito, un acto formal de la Iglesia, para dar el nombre al niño o a la niña? Muchos se hacen esta pregunta ¿no es así?
Es iluminador lo que escribe San Pablo: “¿No saben que quienes hemos sido bautizados en Cristo Jesús hemos sido bautizados en su muerte? Por medio del Bautismo, entonces, hemos sido sepultados junto a Él en la muerte para que, como Cristo fue resucitado entre los muertos por medio de la gloria del Padre, así también nosotros podamos caminar en una vida nueva” (Rm 6,3-4). Por lo tanto ¡no es una formalidad! Es un acto que toca en profundidad nuestra existencia. No es lo mismo, un niño bautizado o un niño no bautizado: no, no es lo mismo.
Nosotros, con el Bautismo, somos sumergidos en aquella fuente inagotable de vida que es la muerte de Jesús, el más grande acto de amor de toda la historia; y gracias a este amor, podemos vivir una vida nueva, no más a la merced del mal, del pecado y de la muerte, sino en la comunión con Dios y con los hermanos.
Por eso qué importante es recordar la fecha del propio bautismo y, si no se sabe, hy que averiguarla: hoy, en casa, busquen, pregunten la fecha del Bautismo y así sabrán cuál ha sido el día tan bello del Bautismo. ¿Lo harán? …¿eh?... ¡Eh, sí! Porque es conocer una fecha feliz, aquella de nuestro Bautismo. El riesgo de no saberlo es perder la memoria de aquello que el Señor ha hecho en nosotros, la memoria del don que hemos recibido.
Así terminamos por considerarlo no como un evento que ha sucedido en el pasado – y ni siquiera por voluntad nuestra, sino de nuestros padres – y por lo tanto, no tiene más ninguna incidencia en el presente. Así que debemos despertar la memoria de nuestro Bautismo: despertar la memoria del Bautismo. Estamos llamados a vivir nuestro Bautismo cada día, como realidad actual en nuestra existencia.
Así logramos seguir a Jesús y quedarnos en la Iglesia, aún con nuestros límites, con nuestras fragilidades y nuestros pecados: es justamente por el Sacramento en el cual nos hemos transformado en nuevas criaturas y hemos sido revestidos de Cristo. Es por la fuerza del Bautismo, de hecho que, liberados del pecado original, somos injertados en la relación de Jesús con Dios Padre; que somos portadores de una esperanza nueva, porque el Bautismo nos da esta esperanza nueva: la esperanza de andar en la vía de la salvación, toda la vida.
Nada ni nadie puede apagar esta esperanza, y esta esperanza no defrauda. Recuerden: esto es verdad. La esperanza del Señor no defrauda nunca. Gracias al Bautismo somos capaces de perdonar y de amar también a quien nos ofende y nos hace mal; logramos reconocer, en los últimos y en los pobres, el rostro del Señor que nos visita y se hace cercano. Y esto, el Bautismo, nos ayuda a reconocer en el rostro de las personas necesitadas, en los sufrientes, también de nuestro prójimo, el rostro de Jesús. Es gracias a esta fuerza del Bautismo.
¡Nadie puede bautizarse a sí mismo! Nadie. Podemos pedirlo, desearlo, pero tenemos siempre necesidad de alguien que nos confiera este Sacramento, en el nombre del Señor. Porque el Bautismo es un don que es otorgado en un contexto de solicitud y comunión fraternal.
Para concluir, pidamos de corazón al Señor que podamos experimentar siempre, más, en la vida de cada día, esta gracia que hemos recibido con el Bautismo. Encontrándonos, nuestros hermanos puedan encontrar unos verdaderos hijos de Dios, verdaderos hermanos y hermanas de Jesucristo, verdaderos miembros de la Iglesia. Y no se olviden la tarea de hoy ¿eh?, que era: ¡buscar, preguntar la fecha de mi Bautismo! Y, como yo sé mi fecha de nacimiento, así también debo conocer la fecha de mi Bautismo, porque es un día de fiesta. Gracias.

                                                                                              Fernando

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