sábado, 5 de marzo de 2016

Bendice

Si en lugar de criticar alabásemos, si en lugar de ver los de­fectos viésemos las cualidades, los demás no sólo se extrañarían, sino que puede que incluso les llamara la atención nuestra originalidad. Pero el mundo podría empezar a cambiar. Decir lo bueno parece una debilidad y, sin embar­go, sólo ello es fuente de vida. ¡No tengamos miedo! Decir bien debería ser un hábito nuestro. Dios dice bien de noso­tros. Ben-dice.

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