Si
en lugar de criticar alabásemos, si en lugar de ver los defectos viésemos las
cualidades, los demás no sólo se extrañarían, sino que puede que incluso les llamara la atención nuestra originalidad. Pero el mundo podría empezar a
cambiar. Decir lo bueno parece una debilidad y, sin embargo, sólo ello es
fuente de vida. ¡No tengamos miedo! Decir bien debería ser un hábito nuestro.
Dios dice bien de nosotros. Ben-dice.
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