¿Quién eres tú para cerrar la puerta de tu corazón a
un hombre, a una mujer que quiere mejorar y volver al pueblo de Dios, porque el
Espíritu Santo tocó su corazón?. Sabemos que la Iglesia es la casa de Jesús,
una casa de misericordia que acoge a todos, y por tanto un lugar al que los cristianos no pueden cerrar las puertas.
En el pasaje del Evangelio de la piscina de Betsata,
nos encontramos a un paralítico, desde hace 38 años, entristecido, que no
encontró nunca la forma de hacerse sumergir cuando las aguas se mueven, y, por
tanto, buscar la sanación. Jesús llega, lo sana, y lo anima a “ir adelante”;
pero esto desencadena la crítica de los doctores de la ley, porque la sanación
tuvo lugar un sábado.
Una historia que sucede muchas veces también hoy: un
hombre, una mujer, que se siente enfermo en el alma, triste,… que cometió
muchos errores en su vida,… y en un
cierto momento, siente que las aguas no se mueven,… está el Espíritu Santo que
mueve algo, o escucha una palabra y… ‘Ah, ¡yo quisiera ir!’... Y tiene coraje y
va.
Cuántas veces hoy, en las comunidades cristianas se
encuentran las puertas cerradas. ‘Pero tú no puedes, no, tú no puedes. Te
equivocaste aquí y no puedes. Si quieres venir, ven a Misa el domingo, pero
quédate ahí, no hagas más’. Lo que hace
el Espíritu Santo en el corazón de las personas, lo destruyen los cristianos
con psicología de doctores de la ley.
La Iglesia tiene siempre las puertas abiertas. Es la
casa de Jesús y Jesús acoge. Pero no sólo acoge, va a encontrar a la gente como
fue a buscar a éste. Y si la gente está herida, ¿qué hace Jesús? ¿Le regaña por
estar herida? No. Va y lo carga sobre los hombros. Y esto se llama
misericordia. Cuando Dios regaña a su pueblo –‘Misericordia quiero, no
sacrificios…’- habla de esto.
Entonces ¿quién eres tú para cerrar la puerta de tu
corazón a un hombre, a una mujer que quiere mejorar, volver al pueblo de Dios,
porque el Espíritu Santo tocó su corazón?.
Pido al Señor que la Cuaresma ayude
a no cometer el error de quien desafió el amor de Jesús hacia el paralítico, sólo
porque era contrario a la ley. Y pido también por nosotros y por toda la
Iglesia: que caminemos hacia una conversión hacia Jesús, una conversión a la
misericordia de Jesús. Y así la ley será plenamente cumplida, porque la ley es
amar a Dios y al prójimo, como a nosotros mismos. Muchas gracias.
Fernando
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