Este tiempo precioso también os
atañe a vosotros, queridos jóvenes, y yo me dirijo a vosotros para invitaros a
participar en él, a ser protagonistas, descubriendo que sois hijos de Dios
Sabed que el crecer misericordioso
significa aprender a ser valiente en el amor concreto y desinteresado, comporta
hacerse mayores tanto física como interiormente. Os estáis preparando para ser
cristianos capaces de tomar decisiones y gestos valientes, capaces de construir
todos los días, incluso en las pequeñas cosas, un mundo de paz.
Vuestra edad es una etapa de
cambios increíbles, en la que todo parece posible e imposible al mismo tiempo.
Os reitero con insistencia: ‘permaneced estables en el camino de la fe con una
firme esperanza en el Señor. Aquí está el secreto de nuestro camino. Él nos da
el valor para caminar contra corriente. Lo estáis oyendo, jóvenes: caminar
contra corriente. Esto hace bien al corazón, pero hay que ser valientes para ir
contra corriente y Él nos da esta fuerza’.
Quiero que penséis en aquellos
muchachos que viven en situaciones extremas como la guerra o la pobreza.
Os animo a no perder la esperanza
y a no creer las palabras de odio y terror que se repiten a menudo; por el
contrario, construid nuevas amistades. Ofreced vuestro tiempo, preocupaos
siempre de quienes os piden ayuda. Sed valientes e id contracorriente, sed
amigos de Jesús, que es el Príncipe de la Paz.
También os animo a vivir una vida auténticamente
santa, y hago votos para que el Señor
bendiga cada uno de vuestros pasos en vuestra vida espiritual. Rezo por
vosotros al Espíritu Santo para que os guíe e ilumine.
Y
que la Virgen María, que es Madre de todos, sea para vosotros, para vuestras
familias y para cuantos os ayudan a crecer en la bondad y la gracia, una verdadera
puerta de la Misericordia.
Fernando
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