martes, 11 de abril de 2017

RESUCITAR Y CRECER


           
El miércoles, día primero de marzo, todos recibíamos sobre nuestras cabezas, la imposición de la ceniza a la vez que se nos provocaba con estas palabras “Conviértete y cree en el Evangelio”. De esta forma tan simple y profunda (según se la mire) daba comienzo el tiempo de la Cuaresma. A partir de ese momento, con toda probabilidad, nos trazamos, con la mejor voluntad, algunos objetivos para vivirla con espíritu cristiano y sintonizando con nuestra madre IIGLESIA.

            Desde esa fecha y hasta el momento de tomar en nuestras manos este Boletín de los ENS ya ha transcurrido la mayor parte o la totalidad de los días que nos conducen a la celebración de la PASCUA DE RESURRECCIÓN. En consecuencia parece oportuno y hasta necesario echar una mirada hacia atrás y otra hacia adelante. ¡Vamos a intentarlo con sinceridad responsable.

            Sin lugar a dudas cada persona, cada matrimonio, cada Equipo y el mismo Movimiento de los ENS nos encontrábamos, al comienzo, en situaciones muy concretas. Nuestro punto de partida era diferente. Pero en este instante es suficiente observarnos para detectar si, en realidad, nos hemos convertido o permanecemos en nuestro estilo de vida. ¿Han quedado atrás nuestros pecados en el sacramento de la reconciliación? ¿Han ido modificándose nuestros criterios, nuestras posturas, nuestras formas de actuar en nuestras relaciones con Dios y con el prójimo? ¿En el hogar, con el cónyuge y el ejemplo ante los hijos? ¿Qué tal nuestra atención a los pobres, a los enfermos, a los que sufren soledad, a cuantos nos caen poco bien y a los que consideramos alejados? La revisión de esta rápida mirada nos dirá hasta donde hemos llegado o si todavía permanecemos en las mismas. La respuesta hemos de darla desde el corazón.

            Tratemos de mirar un poco hacia adelante. En una celebración de la Vigilia Pascual, una persona  se me manifestó de esta manera: ¿AHORA QUÉ? Y la única respuesta que supe ofrecer fue: “Pues ahora nos corresponde un esfuerzo permanente para vivir como resucitados” Esto es lo mismo que deseo subrayar y compartir con todos vosotros, miembros de los ENS.

            Por nuestro bautismo fuimos de tal modo incorporados a Jesucristo que llegamos a participar en su vida, en su muerte y en su resurrección. Este misterio nos metió hasta el fondo en la familia de Dios. Como hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos del Espíritu Santo. Para nosotros Cristo se convierte en punto único de referencia y casi siempre nos sorprende. Siendo Dios, en un momento decide hacerse hombre para salvar globalmente a la humanidad y particularmente a cada uno de nosotros.

            Para llevar a efecto TAL MISIÓN estuvo entre nosotros treinta años en vida de hogar familiar; tres años para evangelizar con su vida pública, su testimonio y su predicación acompañada de milagros; tres días para sacrificarse muriendo en la Cruz y resucitando. ¿Y DESPUÉS QUÉ?

            Pues viviendo SIEMPRE RESUCITADO. Es cierto que está con nosotros, en la Eucaristía, en el Sagrario, en cada persona humana y cuando nos reunimos en su nombre. ¡Y SIEMPRE RESUCITADO! Para que cada persona, cada matrimonio, cada Equipo y el Movimiento de los ENS intentemos vivir como resucitados. Tarea difícil pero apasionante porque siempre que nos dejamos llevar por el Espíritu Santo estaremos creciendo como en la primitiva Iglesia. Siempre que crecemos estamos resucitando y siempre que resucitamos estamos creciendo


¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN!

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