Desde esa
fecha y hasta el momento de tomar en nuestras manos este Boletín de los ENS ya
ha transcurrido la mayor parte o la totalidad de los días que nos conducen a la
celebración de la PASCUA DE RESURRECCIÓN. En consecuencia parece oportuno y
hasta necesario echar una mirada hacia atrás y otra hacia adelante. ¡Vamos a
intentarlo con sinceridad responsable.
Sin lugar a
dudas cada persona, cada matrimonio, cada Equipo y el mismo Movimiento de los
ENS nos encontrábamos, al comienzo, en situaciones muy concretas. Nuestro punto
de partida era diferente. Pero en este instante es suficiente observarnos para
detectar si, en realidad, nos hemos convertido o permanecemos en nuestro estilo
de vida. ¿Han quedado atrás nuestros pecados en el sacramento de la
reconciliación? ¿Han ido modificándose nuestros criterios, nuestras posturas,
nuestras formas de actuar en nuestras relaciones con Dios y con el prójimo? ¿En
el hogar, con el cónyuge y el ejemplo ante los hijos? ¿Qué tal nuestra atención
a los pobres, a los enfermos, a los que sufren soledad, a cuantos nos caen poco
bien y a los que consideramos alejados? La revisión de esta rápida mirada nos
dirá hasta donde hemos llegado o si todavía permanecemos en las mismas. La
respuesta hemos de darla desde el corazón.
Tratemos de
mirar un poco hacia adelante. En una celebración de la Vigilia Pascual, una
persona se me manifestó de esta manera:
¿AHORA QUÉ? Y la única respuesta que supe ofrecer fue: “Pues ahora nos
corresponde un esfuerzo permanente para vivir como resucitados” Esto es lo
mismo que deseo subrayar y compartir con todos vosotros, miembros de los ENS.
Por nuestro
bautismo fuimos de tal modo incorporados a Jesucristo que llegamos a participar
en su vida, en su muerte y en su resurrección. Este misterio nos metió hasta el
fondo en la familia de Dios. Como hijos de Dios, hermanos de Cristo y templos
del Espíritu Santo. Para nosotros Cristo se convierte en punto único de
referencia y casi siempre nos sorprende. Siendo Dios, en un momento decide
hacerse hombre para salvar globalmente a la humanidad y particularmente a cada
uno de nosotros.
Para llevar
a efecto TAL MISIÓN estuvo entre nosotros treinta años en vida de hogar
familiar; tres años para evangelizar con su vida pública, su testimonio y su
predicación acompañada de milagros; tres días para sacrificarse muriendo en la
Cruz y resucitando. ¿Y DESPUÉS QUÉ?
Pues
viviendo SIEMPRE RESUCITADO. Es cierto que está con nosotros, en la Eucaristía,
en el Sagrario, en cada persona humana y cuando nos reunimos en su nombre. ¡Y
SIEMPRE RESUCITADO! Para que cada persona, cada matrimonio, cada Equipo y el
Movimiento de los ENS intentemos vivir como resucitados. Tarea difícil pero
apasionante porque siempre que nos dejamos llevar por el Espíritu Santo
estaremos creciendo como en la primitiva Iglesia. Siempre que crecemos estamos
resucitando y siempre que resucitamos estamos creciendo
¡FELICES PASCUAS DE
RESURRECCIÓN!
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