¿Creo
que Jesucristo es Dios, es el Hijo de Dios?. Y esta fe ¿me cambia la vida?
¿Hace que en mi corazón se inaugure este año
de gracia, este año de perdón, este año de acercamiento al
Señor?.
La
fe es un don.
Ninguno ‘merece’ la fe. Ninguno la puede comprar. Es un don. ‘Mi’ fe en
Jesucristo, ¿me lleva a la humillación? No digo a la humildad: a la
humillación, al arrepentimiento, a la oración que pide: ‘Perdóname, Señor. Tú
eres Dios. Tú ‘puedes’ perdonar
mis pecados.
La alabanza. La
prueba de que yo creo que Jesucristo es Dios en mi vida, es que ha sido enviado
a mí, para ‘perdonarme’, y esto es la
alabanza: sí, yo tengo capacidad de adorar a Dios. Alabar al Señor es gratuito esto.
La alabanza es gratuita. Es un
sentimiento que da el Espíritu Santo y te lleva a decir: ‘Tú eres el único
Dios’. Pidamos al Señor que nos haga crecer en esta fe en Jesucristo que nos
perdona, que nos ofrece el año de gracia, y que esta fe nos lleve a la
alabanza.
Jesús
viene a salvarnos de las enfermedades,
pero sobre todo, a salvarnos de nuestros pecados, a salvarnos y llevarnos
al Padre.
Fue
enviado para esto, para dar
la vida por nuestra salvación. Y este es el
punto más difícil de entender. Sucede cuando Jesús se nos muestra con un poder
más grande que el del hombre, para darnos ese perdón, para darnos la vida, para
recrear la humanidad, … También sus discípulos dudaron.
Según
leemos en el Evangelio de Marcos vemos cómo la gente hacía lo que fuera para
acercarse a Jesús en el pasaje de la curación del paralítico en Cafarnaúm. Era
tan numerosa la gente que tuvieron que abrir el techo del lugar en el que
predicaba Jesús y descolgar al paralítico para que Jesús le curase.
Tenían
fe, la misma fe que la señora que también, en medio de la muchedumbre cuando
Jesús iba a casa de Jairo, se organizó para tocar el borde del vestido de
Jesús, el manto de Jesús, para ser curada.
Esta
es la fe fuerte, valiente, que
lleva adelante el corazón abierto a la fe.
Jesús
da un paso adelante, porque, además de curar, perdona los pecados. Estaban allí
los que tenían el corazón cerrado, pero aceptaban -hasta cierto punto- que
Jesús fuese un curador. Pero… ¡perdonar los pecados es fuerte! … ¡Solamente
Dios puede perdonar los pecados! –pensaron los hombres de la Ley... … Y dijo al
paralítico: “A ti te hablo: levántate, recoge tu camilla y vete a tu
casa”. No dijo Jesús ‘Yo soy Dios’ No, no lo dice.
Nos
encontramos con que Jesús comienza a hablar en un lenguaje, en
el que, hasta un cierto punto, desalentará a la gente, a algunos discípulos que
lo seguían… Este lenguaje es duro, como cuando les habló de comer su Cuerpo
como camino de salvación…
Pido
que el Señor “nos haga crecer
en la fe”. La gente buscaba a Jesús para escucharlo, porque
hablaba con autoridad, no como hablaban los escribas. También porque hacía
milagros. Y al final, esta gente, después de haber visto esto, se fue, y todos
se maravillaron, y alababan a Dios.
Fernando
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