No un silencio de unos instantes, de unas horas, sino un silencio que es nuestra atmósfera, nuestro clima. Un silencio que abraza enteramente la vida.
Un silencio que está siempre disponible para nosotros.
El silencio es de todos, como el sol, como el viento, como la luz. ¿Quién puede apropiarse el sol, o el viento? El silencio es un bien universal, es patrimonio de la humanidad.
Silencio de todos los días. Silencio que nos da una nueva mirada, nuevos ojos, nuevo conocimiento. Si tu mirada está atenta en esas horas de oscuridad, en esas horas de noche, de incertidumbre, quién sabe, si estás atento, si ves una estrella que emite su luz para ti.
Tu mirada está atenta en esas horas del amanecer, es la vida la que te invita a vivir el silencio de cada día, te convoca a vivir el silencio de cada día con intensidad, pero hay que estar muy atentos para ver esa luz. Después de una noche viene un amanecer.
En esas horas de cansancio, de fatiga, de bochorno, si tu mirada está atenta puedes escuchar que un pájaro canta para tí una melodía. Si estás atento la vida entera se puede volver canto.
La vida que no se vuelve canto, es una vida perdida. Todo el silencio en tu corazón puede ser como una maravillosa melodía. Por eso, “el silencio de cada día dánosle hoy”.
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