Cuidar,
no descuidar, jugar con los niños, con
los hijos.
El matrimonio es como una planta. No es
como un armario, que se mete allí, en la habitación, y basta espolvorearlo de
vez en cuando. Muy al contrario: el matrimonio es una realidad viva: la vida de
pareja nunca debe darse por sentada en ninguna fase del camino de una familia.
Recordemos que, en la familia, el don más valioso para los hijos no son
las cosas, sino el amor de los padres. Y no me refiero sólo al amor de los
padres hacia los hijos, sino al amor de los padres entre ellos, es decir, la
relación conyugal. Esto hace tanto bien a ustedes … y, ¡también a sus hijos!...
¡No descuidar a la familia!.
No se olviden de hablar con los hijos, escucharlos,
preguntarles qué piensan, …¡este diálogo entre los padres e hijos hace
tanto bien! …, ¡hace crecer en madurez a los hijos!.
¡Qué importantes son los abuelos
en las familias!: Los abuelos tienen la memoria, la sabiduría, … no dejen a un
lado a los abuelos, son muy importantes!.
¿Que se discute en las familias?
Lo sabemos todos, un matrimonio que no discute parece anormal, lo importante es
no terminar la jornada sin hacer las paces.
Y ustedes padres, cuando sus
hijos han discutido, antes de ir a la
cama, decidles ¡que hagan la paz!, ¡dense la mano!, ¡dense un beso!. Animo
a las familias a que si han hecho la guerra durante el día, no permitan que
esta guerra se haga fría, porque la guerra fría del día siguiente es más
peligrosa que la guerra caliente ¿Entienden? ¡Hacer la paz en la noche siempre!.
Y recuerden que el Señor ama a
quien practica la misericordia en las circunstancias ordinarias. Esto quiero desearles: experimenten la
alegría de la misericordia, comenzando por su familia. Y recen por mí. Gracias.
Fernando
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