La
“D”, la “I”, la “O”, la “S”… no son las letras de mayor valor en este viejo
juego. Sólo uno o dos puntos se suman con cada una de ellas. La palabra como
tal no es larga. Únicamente dos vocales y dos consonantes. Tampoco se pueden
hacer demasiadas combinaciones estratégicas con ellas. Sindiós da
más puntos. Endiosar añade cuatro letras que en un momento
clave pueden hacer ganar la partida.
Eso sí: no hay que
olvidar que el tablero y sus casillas tienen un papel fundamental que es
necesario considerar. No es lo mismo colocar DIOS en un lugar o en otro (como
en la vida misma). Podemos desde duplicar el valor de una de las letras hasta
multiplicar con un triple tanto de palabra. Conviene insistir: No es lo mismo
colocar DIOS en un lugar o en otro.
Y por eso, algo a tener
en cuenta: el juego consta de cinco “D”, seis “I”, nueve “O” y seis “S”. Al
terminar la partida DIOS está presente en cada rincón. A veces se le intuirá en
la “D” en palabras como donar.
Se colará en la “I” con la que comienza ilusión y que se encuentra en alegría; en la “O” que está en amor y en la
“S” de servicio. Solidaridad las contiene todas y más de una vez. Mucha
presencia de Dios en esta palabra…
Alrededor del tablero
acontece la vida de la familia, los amigos, conocidos, compañeros de trabajo en
un rato distendido,… quizá pasando el tiempo, quizá en un torneo organizado,
entre risas, compitiendo, aplicando las normas o saltándoselas. La VIDA, que
contiene la “I” y la “D”.
¿Jugamos?
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