Si
lo pruebas te cambia la vida. El lugar donde seguro habita Dios. El mejor
regalo. Produce contagio y atracción. El síntoma evidente de una vida sanada.
Lo que tiñe de confianza y seguridad a todo el que está alrededor. La opción
para que los demás respiren, descansen. Abre brechas que acercan a Jesucristo.
Requisito imprescindible es que ensanche horizontes, que sea compartido con
otros y que, en ocasiones, te lo apliques a ti mismo. Acompaña a toda persona
abierta que afronta el futuro con espaldas anchas donde caben otros. El
termómetro del tiempo entregado, de un precio que se paga consciente, de una
cruz bien llevada y que puede liberar a muchos. El lenguaje de la novedad, la
oferta irrenunciable y, quizás, el desafío más necesario: recordar al mundo que
Padre se dice sonriendo, que Hijo se pronuncia riendo y que es el rastro
indiscutible de un Espíritu que sólo puede ser Santo.
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