martes, 28 de julio de 2015

Un cuadro que une aquello que durante siglos fue segregación

Te hablo de la crucifixión blanca de Chagall. Pintado en 1938, meses antes del inicio del exterminio de la población judeo-europea.
Chagall, artista judío, pinta a Jesús de Nazaret con una compasión que conmueve y lo reconoce, ante todo y por sobre todo, como hijo de la nación hebrea.
La escena representada por Chagall muestra una Europa en tinieblas, mientras que la luz que desciende sobre Jesús es única en todo el cuadro. El título de la obra de Chagall tiene su origen precisamente en esa luz de esperanza.
A ambos lados de la cruz, pueden verse las figuras preocupadas de algunos judíos de la Europa oriental. Sobre la izquierda del cuadro irrumpen los revolucionarios comunistas con sus banderas rojas. Mientras que el fuego consume las casas la comunidad hebrea intenta alejarse del Viejo Continente en un sobrecargado botecito.
En el lado derecho de la obra la situación tampoco es mejor: un nazi profana y destruye una sinagoga, y también ella arde en llamas.
Entre las figuras representadas en la Crucifixión Blanca se encuentra un hombre judío que parece haber logrado rescatar la Torá y quien a su vez con tristeza avanza pero sin quitar la vista ni de Jesús en la cruz ni de la sinagoga en llamas.
Jesús aparece marcado por el texto INRI. Análogamente el hombre en azul porta un cartel escrito en alemán e identificándolo como judío. Históricamente, ambos rótulos fueron concebidos con el propósito de humillar a las víctimas.
En la pintura de Chagall dichos rótulos dejan al descubierto el sinsentido y la banalidad del mal. Hijo del pueblo de la memoria, Chagall no pudo sino registrar todo esto para recordárselo al espectador una y otra vez.
El hombre con una bolsa que figura en la Crucifixión Blanca es usual en la imaginería de Chagall. Podría ser una triste alusión al otrora muy popular mito europeo del Judío Errante, aunque en este caso probablemente simbolice los permanentes traslados de la comunidad hebrea en ese duro período.
En una sola pintura Chagall ha logrado unir aquello que por siglos comunidades enteras concibieron sólo en términos de segregación y antagonismo.
Alejandro Córdoba

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