Un joven que buscaba un Maestro capaz de encauzarle por el camino de la santidad llegó a un <
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La fe del joven discípulo era tan grande que hizo exactamente lo que se le pedía: se dirigió al río y se introdujo en él gritando:
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Y, ante el asombro de éste, el joven cruzó a nado hasta la otra orilla y regresó del mismo modo, sin sufrir el más mínimo daño.
Aquello convenció al guru de que era aún más santo de lo que había imaginado, de modo que decidió hacer a todos sus discípulos una demostración de su poder que acrecentara su fama de santidad. Se metió en el río gritando: «iAlabado sea yo! ¡Alabado sea yo!», y al instante llegaron los cocodrilos y lo devoraron.
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