viernes, 13 de noviembre de 2015

Ante el 15 N: Marcha por la vida.



Será el próximo domingo, 15 de noviembre.

Habrá una “Marcha por la vida y contra el aborto” en muchos lugares de España y del mundo.

En Madrid, la marcha saldrá, a las 12´00, desde la C/ Guzmán el Bueno, hasta la C/ Isaac Peral (frente al Tribunal Constitucional ):  Esta vez se va a reclamar al Tribunal Constitucional que se defina ante esta ley que está incumpliendo su propia sentencia de 1985. Tenemos la posibilidad de conseguirlo, y de que al menos por esa vía, esta ley deje de estar en vigor.

El próximo 15 de noviembre puede ser un domingo más de silencio ante el aborto o puede ser un domingo de denuncia.
Un domingo de conformismo o un domingo de compromiso.
Un domingo de rendición o un domingo de firmeza.

Porque hay que seguir recordando a nuestros gobiernos que ninguna sociedad, que permita la muerte atroz de seres humanos, tiene derecho a llamarse justa, moderna y democrática.

Este crimen infame del aborto debe acabar. El negocio de la muerte debe acabar. La leyes que lo promueven deben acabar. Y acabarán. Hoy, mañana, tal vez en un futuro lejano, pero como todo lo inhumano y degradante que alguna vez ha existido, acabará. Y entonces estaremos contentos de haber defendido la vida en las peores circunstancias. Cuando nadie daba la cara, hubo gente que la dio por los más inocentes.


¿Por qué defendemos la vida, siempre?
El Papa Francisco, en uno de sus discursos, fue firme en la exposición de motivos:

El Magisterio de la Iglesia, a par­tir de la Sagrada Escritura y de la experiencia milenaria del Pueblo de Dios, defiende la vida desde la con­cepción hasta la muerte natural, y sostiene la plena dignidad humana en cuanto imagen de Dios (cf. Gen 1, 26).

La vida humana es sagrada porque desde su inicio, desde el pri­mer instante de la concepción, es fruto de la acción creadora de Dios (cf. Catecismo de la Iglesia católica, n. 2258), y desde ese momento, el hombre, única criatura a la que Dios ha amado por sí mismo, es objeto de un amor personal por parte de Dios (cf. Gaudium et spes, 24).

Los Estados pueden matar por ac­ción cuando aplican la pena de muerte, cuando llevan a sus pueblos a la guerra o cuando realizan ejecu­ciones extrajudiciales o sumarias. Pueden matar también por omisión, cuando no garantizan a sus pueblos el acceso a los medios esenciales para la vida. «Así como el mandamien­to de “no matar” pone un límite cla­ro para asegurar el valor de la vida humana, hoy tenemos que decir “no a una economía de la exclusión y la inequidad”» (Evangelii gaudium, 53}.

La vida, especialmente la humana, pertenece sólo a Dios. Ni siquiera el homicida pierde su dignidad perso­nal y Dios mismo se hace su garan­te. Como enseña san Ambrosio, Dios no quiso castigar a Caín con el homicidio, ya que quiere el arrepen­timiento del pecador y no su muerte (cf. Evangelium vitae, 9).


                                                                                                              Fernando

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