Parece
mentira, todo lo que pueden llegar a hacer. Cómo acunan o cómo golpean. Cómo
hieren o cómo acarician y sanan. Sinceras o falsas, pensadas o espontáneas… son
uno de nuestros mayores tesoros. Las decimos, las escribimos, las leemos y
compartimos. Aprendemos con las palabras prestadas de otros, y quizás también
nosotros llegamos a decir algo que merezca la pena… para alguien. Hablamos, y
en el hablar y en la escucha, a veces, nos encontramos… Jesús es Palabra de
Dios. Palabra auténtica, de amor y pasión por nosotros. ¿Y yo? ¿Qué palabra soy?
No hay comentarios:
Publicar un comentario