martes, 24 de noviembre de 2015

Papa Francisco y la Familia: Ante el Juicio Final


En el Credo profesamos que Jesús "de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los muertos".
La historia humana comienza con la creación del hombre y la mujer, a imagen y semejanza de Dios, y, concluye con el juicio final de Cristo.
A menudo nos olvidamos de estos dos polos de la historia, y, sobre todo, la fe en el regreso de Cristo, y, el juicio final.
Jesús durante su vida pública, reflexionó sobre la realidad de su venida final.
*Con la Ascensión, el Hijo de Dios ha llevado al Padre nuestra humanidad que Él asumió, y quiere que al final de la historia, toda la realidad sea entregada al Padre.
*Está también la parábola de las diez vírgenes (cf. Mt 25,1-13). Se trata de diez muchachas que esperan la llegada del Esposo; pero tarda, y ellas se duermen. Ante el repentino anuncio de que el Esposo está llegando, todas se preparan para recibirlo: cinco de ellas, las prudentes, tienen el aceite para alimentar sus lámparas; las otras, necias, se quedan con las lámparas apagadas, y encuentran cerrada la puerta que conduce a la fiesta de bodas. Llaman con insistencia, pero es demasiado tarde, el esposo responde: no os conozco.
El Esposo es el Señor, y el tiempo de espera de su llegada es el tiempo que Él se nos da, con misericordia y paciencia, antes de su llegada final, tiempo de la vigilancia; tiempo en que tenemos que mantener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la caridad, y mantener abierto nuestro corazón a la bondad, a la belleza y a la verdad; tiempo que hay que vivir de acuerdo a Dios, porque no conocemos ni el día, ni la hora del regreso de Cristo.
Lo que se nos pide es estar preparados para el encuentro: para un hermoso encuentro, el encuentro con Jesús, …lo que significa ser capaz de ver los signos de su presencia, …mantener viva nuestra fe con la oración, con los Sacramentos, …estar atentos para no caer dormidos, para no olvidarnos de Dios. La vida de los cristianos dormidos es una vida triste, ¿eh?, no es una vida feliz. El cristiano debe ser feliz, ser la alegría de Jesús... ¡No se duerman!
Porque la espera del retorno del Señor es el tiempo de la acción, es el tiempo para sacar provecho de los dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros, es el tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo.
La vida no se nos ha dado para que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos ha dado, para que la donemos.

Por último, una palabra sobre el juicio final, donde viene descrita la segunda venida del Señor, cuando Él juzgará a todos los seres humanos, vivos y muertos (cf. Mt 25,31-46).
*La imagen utilizada por el evangelista es la del pastor que separa las ovejas de las cabras.
A la derecha se sitúan los que han actuado de acuerdo a la voluntad de Dios, los que han ayudado al hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, el enfermo, el encarcelado, el extranjero.
Mientras que a la izquierda están los que no han socorrido al prójimo.
Esto nos indica que seremos juzgados por Dios en la caridad, en cómo lo hemos amado en los hermanos, especialmente en los más vulnerables y necesitados.
Por supuesto, siempre hay que tener en cuenta que somos justificados, que somos salvados por la gracia, por un acto de amor gratuito de Dios que siempre nos precede. Solos, no podemos hacer nada.
La fe es, ante todo, un don que hemos recibido, pero… para dar fruto: la gracia de Dios siempre requiere de nuestra apertura a Él, de nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene para traernos la misericordia de Dios que salva. Se nos pide que confiemos en Él, que respondamos al don de su Amor con una vida buena, hecha de acciones animadas por la fe y el amor.
No tengamos nunca miedo de mirar el juicio final; que ello nos empuje, en cambio, a vivir mejor el presente. Dios nos ofrece, con misericordia y paciencia, este tiempo para que aprendamos, cada día, a reconocerlo en los pobres y en los pequeños, para que nos comprometamos con el bien, y estemos vigilantes en la oración y en el amor.
Que el Señor, al final de nuestra existencia y de la historia, pueda reconocernos como siervos buenos y fieles. ¡Gracias!.
                                                                                             

Fernando

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