En el Credo profesamos que
Jesús "de nuevo vendrá con gloria para juzgar a los vivos y a los
muertos".
La historia humana comienza
con la creación del hombre y la mujer, a imagen y semejanza de Dios, y, concluye
con el juicio final de Cristo.
A menudo nos olvidamos de
estos dos polos de la historia, y, sobre todo, la fe en el regreso de Cristo, y, el juicio final.
Jesús durante su vida pública, reflexionó sobre la
realidad de su venida final.
*Con la Ascensión, el Hijo de
Dios ha llevado al Padre nuestra humanidad que Él asumió, y quiere que al final
de la historia, toda la realidad sea entregada al Padre.
*Está también la parábola de
las diez vírgenes (cf. Mt 25,1-13). Se trata de diez muchachas que esperan la llegada del Esposo; pero tarda,
y ellas se duermen. Ante el repentino anuncio de que el Esposo está llegando,
todas se preparan para recibirlo: cinco de ellas, las prudentes, tienen el
aceite para alimentar sus lámparas; las otras, necias, se quedan con las
lámparas apagadas, y encuentran cerrada la puerta que conduce a la fiesta de
bodas. Llaman con insistencia, pero es demasiado tarde, el esposo responde: no
os conozco.
El Esposo es el Señor, y el
tiempo de espera de su llegada es el tiempo que Él se nos da, con misericordia
y paciencia, antes de su llegada final, tiempo de la vigilancia; tiempo en que
tenemos que mantener encendidas las lámparas de la fe, de la esperanza y de la
caridad, y mantener abierto nuestro corazón a la bondad, a la belleza y a la
verdad; tiempo que hay que vivir de acuerdo a Dios, porque no conocemos ni el
día, ni la hora del regreso de Cristo.
Lo que se nos pide es estar
preparados para el encuentro: para un hermoso encuentro, el encuentro con
Jesús, …lo que significa ser capaz de ver los signos de su presencia, …mantener
viva nuestra fe con la oración, con los Sacramentos, …estar
atentos para no caer dormidos, para no olvidarnos de Dios. La vida de los
cristianos dormidos es una vida triste, ¿eh?, no es una vida feliz. El
cristiano debe ser feliz, ser la alegría de Jesús... ¡No se duerman!
Porque la espera del retorno
del Señor es el tiempo de la acción, es el tiempo para sacar provecho de los
dones de Dios, no para nosotros mismos, sino para Él, para la Iglesia, para los otros,
es el tiempo para tratar siempre de hacer crecer el bien en el mundo.
La vida no se nos ha dado para
que la conservemos celosamente para nosotros mismos, sino que se nos ha dado,
para que la donemos.
Por último, una palabra sobre
el juicio final, donde viene
descrita la segunda venida del Señor, cuando Él juzgará a todos los seres humanos,
vivos y muertos (cf.
Mt 25,31-46).
*La imagen utilizada por el
evangelista es la del pastor que separa las ovejas de las cabras.
A la derecha se sitúan los que
han actuado de acuerdo a la voluntad de Dios, los que han ayudado al
hambriento, al sediento, al forastero, al desnudo, el enfermo, el encarcelado,
el extranjero.
Mientras que a la izquierda
están los que no han socorrido al prójimo.
Esto nos indica que seremos
juzgados por Dios en la caridad, en cómo lo hemos amado en los hermanos,
especialmente en los más vulnerables y necesitados.
Por supuesto, siempre hay que
tener en cuenta que somos justificados, que somos salvados por la gracia, por
un acto de amor gratuito de Dios que siempre nos precede. Solos, no podemos
hacer nada.
La fe es, ante todo, un don
que hemos recibido, pero… para dar fruto: la gracia de Dios siempre requiere de
nuestra apertura a Él, de nuestra respuesta libre y concreta. Cristo viene para
traernos la misericordia de Dios que salva. Se nos pide que confiemos en Él,
que respondamos al don de su Amor con una vida buena, hecha de acciones
animadas por la fe y el amor.
No tengamos nunca miedo de
mirar el juicio final; que ello nos empuje, en cambio, a vivir mejor el
presente. Dios nos ofrece, con misericordia y paciencia, este tiempo para que
aprendamos, cada día, a reconocerlo en los pobres y en los pequeños, para que
nos comprometamos con el bien, y estemos vigilantes en la oración y en el amor.
Que el Señor, al final de
nuestra existencia y de la historia, pueda reconocernos como siervos buenos y
fieles. ¡Gracias!.
Fernando
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