La
virtud está en el término medio, que decían los clásicos.
Cuando te sitúas excesivamente cerca de una realidad, sucede que pierdes perspectiva y horizonte. Si pegas la nariz a un cuadro lo verás como una mancha indefinida y multicolor. Sin embargo, alejándote un poco podrás percibir la increíble belleza de las formas y los matices. De esta manera, las situaciones y tareas cotidianas también necesitan ser dibujadas desde la justa cercanía. Y de esta manera, la zona de habitabilidad llegará a cada cosa y posibilitará que la vida fluya armoniosamente.
Lo mismo acontece con las personas; cuando te sitúas demasiado cerca o te implicas en exceso, hay peligro de agobiar, quitar libertad, condicionar, manipular y crear dependencias insanas que recortan la vitalidad y la energía del otro.
Cuando te sitúas excesivamente cerca de una realidad, sucede que pierdes perspectiva y horizonte. Si pegas la nariz a un cuadro lo verás como una mancha indefinida y multicolor. Sin embargo, alejándote un poco podrás percibir la increíble belleza de las formas y los matices. De esta manera, las situaciones y tareas cotidianas también necesitan ser dibujadas desde la justa cercanía. Y de esta manera, la zona de habitabilidad llegará a cada cosa y posibilitará que la vida fluya armoniosamente.
Lo mismo acontece con las personas; cuando te sitúas demasiado cerca o te implicas en exceso, hay peligro de agobiar, quitar libertad, condicionar, manipular y crear dependencias insanas que recortan la vitalidad y la energía del otro.
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