En ocasiones andamos un poco mustios. Evocamos lo vivido. Nos encerramos en historias que se convierten en prisión y no nos dejan seguir adelante. ¿No te ha pasado nunca? Una relación que se atravesó. Un mal amor. Una herida que no sabes cómo hacer que cicatrice. Un fracaso personal del que cuesta levantarse. Un pasado glorioso que brilla más con la memoria, porque la memoria tiene esa capacidad de mitificar… A veces hay que aprender a recoger los pedazos y recomponerlos. Mirarse con ternura. Agradecer lo vivido, pero dejarlo marchar. Y sonreírse, a uno mismo, y al futuro. Para salir de las celdas innecesarias. Porque la vida siempre espera más adelante.
¿Hay alguna memoria que te apresa?
¿Qué podrías hacer para dejarla marchar?
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