Hay que tener alma de soñador. Hay que imaginar mundos mejores, para después imaginar la forma de
construirlos. Hay que intuir novedad, mejora, una humanidad más plena. De noche
uno imagina. Sueña despierto, en esa última hora antes de quedar dormido. Todo
parece más fácil, posible, cierto. Y aunque luego, con la luz del día, los
contornos se vuelven más reales y las metas más difíciles, ¿por qué no mantener
encendida la llama de la esperanza? ¿Por qué limitarse a arrastrar los días cuando podemos elevarnos y
mirar desde una altura hecha de evangelio, de bienaventuranza y de la bondad
humana?
¿Cuáles son tus sueños en este momento de la vida?
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