miércoles, 30 de diciembre de 2015

Gloria a Dios - A ti la gloria

«Al instante se junto al ángel una multitud del ejército celeste, que alababan a Dios diciendo: Gloria a Dios en lo alto…» (Lc 2, 13)
Cuando oigo en los medios hablar de “tocar la gloria”, “estar en la gloria”, etc. siempre evoca momentos de triunfo, de victoria y celebración: la victoria de un equipo en una competición deportiva es, quizás, el mejor reflejo de esta gloria. Suena el canto de Queen “We are the Champions”, del cielo cae confeti, miles de gargantas rugen, entusiasmadas, y el capitán eleva la copa, aupado por los suyos. Qué distinta esa gloria a la tuya. La tuya es la constatación sencilla de que la victoria final es del amor, de nada más. Es la gloria de la coherencia, de la fidelidad a un proyecto y a una gente. Es el brillo de un amor que se da. Así, tan puro, tan pequeño, tan sencillo y tan difícil. No hay más camino, ni más sentido, ni más horizonte. Todo lo demás, a su lado, es pura fachada.
 
¿Qué es lo que más admiras en Dios, y en el misterio del Dios hecho niño 

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