¿Cómo
entenderte sin apresarte? ¿Cómo comprender lo
que, de algún modo, nos desborda? ¿Cómo percibir el sentido de tu encarnación,
de tu nacer tan frágil, de tu hacerte uno de los nuestros? Dios niño, misterio
para quienes confunden poder con dominio y grandeza con triunfo. Realeza vestida
de harapos y acunada en un pesebre. En este tiempo de Navidad, nos arrodillamos, una vez más, ante Ti, niño,
respuesta de Dios a nuestras preguntas, y tratamos de comprender.
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