lunes, 14 de diciembre de 2015

Papa Francisco y la Familia… UNIVERSITARIOS Y ADVIENTO.


En un Adviento anterior el Papa Francisco invitó a los jóvenes universitarios, extensivo a todos nosotros por supuesto, a vivir una vida de plenitud en la fe, alejada de toda mediocridad:

“Espero que, el compromiso de caminar en la fe y de compenetrarse de manera coherente con el Evangelio, les acompañe en este tiempo de Adviento, para vivir de modo auténtico la fiesta de la Navidad del Señor. Les puede servir de ayuda el hermoso testimonio del Beato Pier Giorgio Frassati, que decía ‘¡Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin apoyar con una lucha continua la verdad, no es vivir, sino ir tirando!’”.

“Son muchos los desafíos a los que vosotros, jóvenes universitarios, estáis llamados a afrontar con fuerza interior y audacia evangélica, dado el contexto sociocultural en el cual vivís, en el que, a veces, es más difícil, por la mediocridad y el aburrimiento; pero no deben resignarse a la monotonía de las vivencias cotidianas, sino cultivar grandes proyectos, e ir más allá de lo ordinario”.

“No se dejen robar el entusiasmo juvenil, y, sería un error también dejarse aprisionar por el pensamiento débil e uniforme, así como de una globalización entendida como homologación”.

El Papa exhortó a los jóvenes a superar estos riesgos animándolos a no tener miedo a ser diferentes a los demás a causa de su fe:
                “El pensamiento, en efecto, es fecundo cuando es expresión de una mente abierta, que discierne siempre en la humildad de la verdad, del bien, y, de la belleza, y no se dejan condicionar por la opinión dominante, sino que, si os mantenéis fieles en los principios éticos y religiosos cristianos, encontraréis también el valor de ir también contracorriente”.

“Vuestra voluntad y vuestras capacidades, unidas a la potencia del Espíritu Santo que vive en cada uno de ustedes desde el día de su Bautismo, les permitirá ser no sólo espectadores, sino protagonistas de los sucesos contemporáneos”.

La intervención de Dios en nuestra vida.-  

“La vida cristiana es siempre asediada por la tentación de ceder al espíritu mundano… Por eso Dios nos dona su ayuda, para que podamos preservar  la vida nueva que Él nos ha dado, con los dones del Espíritu Santo”. 

“¿Pero por qué Dios, después que nos ha concedido sus tesoros espirituales debe intervenir de nuevo para mantenerlos íntegros? Porque nosotros somos débiles, nuestra naturaleza humana es frágil, y, los dones de Dios se conservan en nosotros cual base de arcilla”.

“La intervención de Dios a favor de nuestra perseverancia hasta el final, hasta el encuentro definitivo con Jesús es expresión de Su fidelidad a los fieles, pero ante todo a sí mismo. Por tanto, la obra que ha iniciado en cada uno de nosotros con su llamada, la cumplirá, y esto nos da gran confianza y seguridad: Una confianza que se apoya en Dios y que requiere nuestra colaboración activa y valiente ante los desafíos de hoy en día”.
                       
“Nosotros no debemos nunca ‘ir tirando’, sino vivir en el  buen camino hacia Belén”.
                                                                                             
                                                                                                                                             Fernando



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