En un Adviento anterior el Papa Francisco
invitó a los jóvenes universitarios, extensivo a todos nosotros por supuesto, a
vivir una vida de
plenitud en la fe, alejada de toda mediocridad:
“Espero que,
el compromiso de caminar en la fe y de compenetrarse de manera coherente con el
Evangelio, les acompañe en este tiempo de Adviento, para vivir de modo
auténtico la fiesta de la Navidad del
Señor. Les puede servir de ayuda el hermoso testimonio del Beato Pier Giorgio
Frassati, que decía ‘¡Vivir sin fe, sin un patrimonio que defender, sin apoyar
con una lucha continua la verdad, no es vivir, sino ir tirando!’”.
“Son muchos
los desafíos a los que vosotros, jóvenes universitarios, estáis llamados a
afrontar con fuerza interior y audacia evangélica, dado el contexto
sociocultural en el cual vivís, en el que, a veces, es más difícil, por la
mediocridad y el aburrimiento; pero no deben resignarse a la monotonía de las
vivencias cotidianas, sino cultivar grandes proyectos, e ir más allá de lo
ordinario”.
“No se
dejen robar el entusiasmo juvenil, y, sería un error también dejarse aprisionar
por el pensamiento débil e uniforme, así como de una globalización entendida
como homologación”.
El Papa exhortó a los jóvenes a superar estos riesgos animándolos a no
tener miedo a ser diferentes a los demás a causa de su fe:
“El
pensamiento, en efecto, es fecundo cuando es expresión de una mente abierta,
que discierne siempre en la humildad de la verdad, del bien, y, de la belleza,
y no se dejan condicionar por la opinión dominante, sino que, si os mantenéis
fieles en los principios éticos y religiosos cristianos, encontraréis también
el valor de ir también contracorriente”.
“Vuestra
voluntad y vuestras capacidades, unidas a la potencia del Espíritu Santo que
vive en cada uno de ustedes desde el día de su Bautismo, les permitirá ser no
sólo espectadores, sino protagonistas de los sucesos contemporáneos”.
La intervención de Dios en nuestra vida.-
“La vida
cristiana es siempre asediada por la tentación de ceder al espíritu mundano…
Por eso Dios nos dona su ayuda, para que podamos preservar la vida nueva que Él nos ha dado, con los
dones del Espíritu Santo”.
“¿Pero por
qué Dios, después que nos ha concedido sus tesoros espirituales debe intervenir
de nuevo para mantenerlos íntegros? Porque nosotros somos débiles, nuestra
naturaleza humana es frágil, y, los dones de Dios se conservan en nosotros cual
base de arcilla”.
“La
intervención de Dios a favor de nuestra perseverancia hasta el final, hasta el
encuentro definitivo con Jesús es expresión de Su fidelidad a los fieles, pero
ante todo a sí mismo. Por tanto, la obra que ha iniciado en cada uno de
nosotros con su llamada, la cumplirá, y esto nos da gran confianza y seguridad:
Una confianza que se apoya en Dios y que requiere nuestra colaboración activa y
valiente ante los desafíos de hoy en día”.
“Nosotros
no debemos nunca ‘ir tirando’, sino vivir en el buen camino hacia Belén”.
Fernando
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