Las calles de Homs están inquietantemente silenciosas. Esta ciudad, que ha presenciado uno de los enfrentamientos más feroces en Siria, presenta una escena de devastación total: ventanas hechas añicos, cúmulos de escombros y muros recubiertos de agujeros provocados por las balas.
En el laberinto de las calles del casco antiguo de Homs, el P. Jihad está a cargo de dos iglesias: la gravemente dañada de San Marón y la de San Charbel. Gracias al apoyo de AIN el P. Jihad puede ofrecer alojamiento y calefacción a decenas de familias para que empiecen de cero.
“Llevo ahora 33 años trabajando como sacerdote”, dice el P. Jihad, “pero solo cuando llegué a Homs entendí realmente lo que significa celebrar la Misa”.
“La respuesta a esta guerra es la Eucaristía: partir el pan y dar lo poco que tenemos a los que no tienen nada.
En la Eucaristía damos gracias a Dios por ofrecernos la oportunidad de compartir Su amor con los que están tan apremiantemente necesitados de él”.
El Cristianismo llegó a Homs a escasos quince años después de la muerte de Cristo. Hoy prácticamente ha quedado erradicado. Los bombardeos constantes provocaron el éxodo masivo de casi la totalidad de los 40.000 cristianos de la ciudad.
Ahora que la violencia ha remitido, más de 2.000 han regresado, y AIN los está ayudando con artículos de primera necesidad y estipendios de Misa para los sacerdotes.
Recuerdo unas palabras de Gregorio III, Patriarca greco-católico melquita:“La Iglesia de Siria es muy valiente permaneciendo al lado de los que están sufriendo esta guerra. Pero no nos dejéis solos. Estamos cansados, a veces perdemos la esperanza, lloramos a Dios. Pero, con vuestra ayuda, estáis llevando la cruz con nosotros”.
Sigamos ayudándoles
Alejandro Córdoba
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