jueves, 14 de abril de 2016

Necesitamos pensar


«Quien no quiere pensar es un fanático; quien no osa pensar es un cobarde» (Francis Bacon).
El fanatismo rehúsa el pensamiento. Se refugia en su torre fortificada y canoniza su absolutismo. El fanático no quiere entrar en razón y cree poseer toda la verdad sin los otros. Para él no es necesario pensar. Lo tiene todo claro. Y cree que todos los demás están equivocados. El fanático es un mono­lito contra el cual se estrellan todos y todo. Con él, un diá­logo es imposible porque no necesita aprender nada de na­die. Él impone su ley sin pensar y quien piensa va contra su ley. Así de rotundo y de ridículo es el fanático.
El otro extremo es el cobarde, que no osa pensar. Son mu­chos los que tienen miedo y no se atreven a razonar. El pen­sar les complica la vida, les compromete y evitan este ejerci­cio mental tan básico. La cobardía les lleva a la comodidad de no pensar, y esta comodidad protege su cobardía.

La posición adecuada es pensar para orientar el futuro y abrir para él nuevas metas. Si no pensamos nos quedamos bloqueados y corremos el peligro real de caer en el fanatismo o en la cobardía: dos extremos nocivos para la persona.

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